Fui perro callejero en una noche de Abril,
me cansaba el dormir y desvivir,
de fondo, unas voces
me ahorcaban con su peso,
con su lastre de corazones
de robustos cerezos.
Me arrojaron un hueso,
luego otro y todo el esqueleto,
luego me arroparon de insultos
y me despojaron de respeto.
Fui perro callejero en las calles de Segovia,
sin pelaje, despojo de mi forma,
el ruido era inhumano,
el caos era la norma.
Y con tal de sobrevivir, aflojé,
pasé lento por los callejones oscuros,
me decían que era tarde,
que eran parajes inseguros,
yo no les hice caso, seguí el deambulo,
la noche antes fué Segovia,
el día siguiente fue Angulo.
Fui perro callejero y ya no se me quita,
me dejó un vacío insaciable adentro,
unas ganas ininterrumpida
de algo que aún no encuentro.
Fui perro callejero y aun vago por las ciudades,
puesto a descubrir mis engaños,
a conectar mis dos mitades,
con los ojos ausentes de los ermitaños,
pero sin su brillo
que tanto extraño.

